Creo que para entender un poco más todo lo que ha ocurrido, podríamos utilizar el pregón de la Cantata de Santa María de Iquique de Quilapayún. Es una frase simple y corta: “se había acumulado mucho daño”.
Durante muchos años un sistema indolente dirigido por personas de distinto signo político, adoptaron esa indolencia como el costo necesario para retornar a la democracia. No se dieron cuenta del daño que se estaba acumulando. Fuimos ciegos voluntariamente ante la acumulación constante y despiadada de dolor, de la distancia que provee la invisibilización de los demás, cuando la economía y sus expertos fijan fórmulas y algoritmos para sustituir la cercana vitalidad del ser humano, conocer de cerca quien recibe el peso en el punto más bajo de la pirámide.
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